Fase 4- Reflexión

 

Enlace Podcast: https://youtu.be/TgTOgL1kTrc

Paso 1: A partir de la construcción teórica, conceptual y práctica desarrollada a lo largo del curso, responda en el foro el siguiente interrogante para la discusión con sus compañeros-as ¿cuál es su responsabilidad como futuro profesional de la UNAD frente a la necesidad de establecer relaciones más horizontales, homogéneas y de reconocimiento de los-as otros-as más allá de su condición de identidad de género, etnia, raza o conjunto de creencias?

 

Como futuros profesionales formados en la UNAD, nuestra responsabilidad es promover relaciones horizontales, basadas en el respeto mutuo, la igualdad y el reconocimiento de las diversas identidades y subjetividades. Este compromiso no solo se sustenta en los valores de la universidad, sino también en las teorías desarrolladas en el curso, que ofrecen herramientas para comprender las dinámicas de poder, exclusión e inclusión.

Reconocimiento de la diversidad como base de la igualdad

El reconocimiento implica valorar las diferencias sin jerarquizarlas ni reducirlas a estereotipos. Esto requiere una postura ética que cuestione las estructuras sociales que perpetúan desigualdades basadas en género, etnia, raza o religión.

Como señala Fraser (1996), el reconocimiento no solo es un acto simbólico, sino también una condición material para la justicia social, ya que las estructuras de dominación afectan tanto el acceso a recursos como la construcción de la identidad. Desde esta perspectiva, nuestra responsabilidad como profesionales incluye:

·         Identificar y denunciar las formas de violencia simbólica que invisibilizan o subordinan a ciertos grupos (Bourdieu, 1998).

·         Implementar estrategias inclusivas en nuestras áreas de influencia, asegurando que todas las voces sean valoradas y escuchadas.

Establecimiento de relaciones horizontales

La horizontalidad implica construir relaciones en las que todas las partes tengan igual capacidad para participar y decidir, más allá de sus diferencias culturales, sociales o de género. Esto se alinea con las propuestas de Freire (1970), quien abogó por un enfoque educativo y profesional basado en el diálogo y la construcción del conocimiento.

Desde esta perspectiva, como profesionales debemos:

·         Adoptar un enfoque crítico frente a nuestras propias posiciones de poder y privilegio, reconociendo cómo estos pueden influir en nuestras relaciones con los demás.

·         Fomentar el diálogo intercultural, promoviendo espacios de encuentro donde se respeten las diferencias y se construyan soluciones colectivas.

Homogeneidad en términos de derechos, no de identidad

Si bien es esencial valorar la diversidad, también es importante garantizar la homogeneidad en términos de acceso a derechos fundamentales. Esto implica reconocer las desigualdades estructurales que afectan a ciertos grupos y trabajar para eliminarlas.

De acuerdo con Butler (2004), las identidades son construcciones performativas influenciadas por el contexto social y político. Por tanto, nuestra responsabilidad es contribuir a la construcción de un entorno donde cada individuo pueda expresarse libremente, sin temor a ser discriminado.

Como futuros profesionales de la UNAD, nuestra responsabilidad es transformar las dinámicas sociales para promover relaciones más equitativas, horizontales y de reconocimiento. Esto requiere un compromiso ético y práctico con el respeto a la diversidad, la lucha contra las desigualdades estructurales y la construcción de espacios inclusivos. Este enfoque no solo se alinea con los valores de la UNAD, sino que también responde a la necesidad de construir una sociedad más justa y plural.


a.     ¿Por qué es necesario reconocer el peligro que representa una sola estructura de poder desde el que se enuncien las identidades y subjetividades de otros-as diferentes y, convertirla en una única historia definitiva?

Adichie (2018) plantea que el mayor peligro de una historia única es su capacidad para reducir a las personas a una sola dimensión, eliminando la complejidad de sus identidades. Esto se relaciona con la violencia simbólica descrita por Bourdieu (1998), que actúa al imponer estructuras de poder que legitiman narrativas dominantes. Cuando estas narrativas se convierten en la única referencia, las identidades de los otros son interpretadas a través de prejuicios, lo que deshumaniza y perpetúa desigualdades.

Por ejemplo, en las actividades del curso se analizó cómo los medios de comunicación en Colombia presentan a los migrantes venezolanos como "carga social", reforzando una única visión negativa de ellos. Reconocer este peligro es esencial para evitar que las narrativas dominantes configuren subjetividades desde una posición de poder desigual.

 

b. ¿Cuál es la importancia de validar las historias de vida y las múltiples realidades de los sujetos, para hacer frente al problema de los estereotipos, los prejuicios y los lugares únicos de enunciación cuando nombramos a los otros-as?

Adichie argumenta que las historias múltiples tienen el poder de restituir dignidad y complejidad a las identidades de las personas. Validar estas historias permite combatir estereotipos y prejuicios, promoviendo relaciones más equitativas. Esto se conecta con las ideas de Fraser (1996), quien destaca la necesidad de un reconocimiento justo como base para la igualdad social.

En el curso, se evidenció cómo las comunidades indígenas desplazadas, como los Kankuamo, son constantemente invisibilizadas. Validar sus historias implica reconocer su cultura, su resistencia y su perspectiva única del mundo, lo que contribuye a romper con los lugares únicos de enunciación que perpetúan su marginalización.

 

c. ¿Qué podemos hacer como sujetos, para evitar caer en estereotipos que despojen a los-as otros-as de su verdaderas identidades y subjetividades y que acciones podemos emprender desde nuestra cotidianidad para validarlos y humanizarlos?

Para evitar estereotipos, es fundamental adoptar una actitud crítica hacia las narrativas dominantes, educándonos continuamente y promoviendo el diálogo intercultural. Freire (1970) enfatiza la importancia del diálogo como herramienta para la liberación, permitiéndonos ver al otro no como objeto de prejuicios, sino como sujeto pleno y diverso.

Desde nuestra cotidianidad, podemos: 

  • Promover espacios inclusivos: En nuestras comunidades o redes sociales, dar voz a quienes han sido silenciados, destacando sus experiencias y perspectivas.
  • Cuestionar las narrativas hegemónicas: Reflexionar sobre los discursos que consumimos y compartimos, identificando prejuicios y promoviendo historias que resalten la diversidad.
  • Practicar la empatía activa: Escuchar y aprender de las experiencias de los demás sin imponer nuestras interpretaciones o juicios.

Estas acciones contribuyen a humanizar a las personas, permitiendo que sean vistas y reconocidas en toda su complejidad.


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